sábado, 20 de marzo de 2010

PERO YO NO QUIERO IR A VENECIA

- Pero yo no quiero ir a Venecia. Yo no te llevaré a Venecia.
- Da igual. Yo iré y tú te lo perderás.
- De acuerdo, me perderé Venecia. La asquerosa Venecia.
- ¿Por qué tienes que ser así?
- Di como siempre.
- Pues, sí. Lo digo. Como siempre.
- ¡Gracias!
- Tú y tu estúpida manía de estropearlo todo, de estropearlo, siempre, siempre todo. ¿Es que no puedes ser agradable por una vez? ¿No ser tan raro?
- Pues ya que lo preguntas, no.
- Lo ves. No puedo con esto. No lo soporto un minuto más.
- ¿El qué?
- Da igual, déjalo.
- Si de verdad te apetece.
- Lo que me apetece es vivir de una vez. Creo que tengo derecho a ser feliz, a que me hagan feliz.
- ¡Y yo te he hecho infeliz!
- Sí. Y es culpa mía por permitírtelo.
- En ese caso, me voy y te regalo una felicidad nuevecita, a estrenar. No hay nada más que decir.
- Vuelves a equivocarte. Hay mucho que decir. Hay mucho que aclarar.
- Pero no yo. Acabo de tomar una decisión.
- ¿Tú?
- No te molestaré. No te fastidiaré.
- Siempre eres tan drástico en todo, tan radical.
- Desde hace unos segundos, eso tampoco importa.
- ¡Ves! Por esto, por cosas como ésta, dije basta. Se acabó. Por eso te dije ya no te quiero.
- ¡Ah!
- No seas cínico, por favor.
- No soy cínico.
- Te dije: ya no te quiero... Y en realidad llevaba mucho tiempo sin quererte. Desde que tú dejaste de quererme.
- Nunca dejé de quererte.
- Pero si hasta me lo dijiste. Dos veces. Llegabas siempre con desgana y no cruzábamos ni una palabra, ni una sola palabra, sólo...
- Y tú decidiste que el silencio y el cansancio significaban "ya no te quiero".
- Es que era así. Lo notaba así. No eran sólo las palabras. Yo hablaba y hablaba. De tonterías, y tú, nada, ni media palabra. Me sentía... me sentía utilizada. Un cuerpo en espera y uso. Todos los días igual. Algunos gemidos, unos besos y adiós. No me querías. Si me hubieras querido...
- ¡Y tú que sabes si yo te quería y cuánto!
- Lo sabía. Lo sé.
- No tienes ni idea.
- Tú si que no tienes ni idea de lo que te pierdes...
(...)
(...)
- De todos modos ya da igual. Que seas feliz en Venecia.

9 comentarios:

mafalda-boop dijo...

Si, élla sintió que el cansancio y el silencio significaban que no la quería, que nunca la había querido, que sólo la había querido en su imaginación. Realmente nunca la hubiera podido hacer feliz, era tan tan raro.... y ella sabía que no debía intentar cambiar las cosas que funcionaban, que debían funcionar, que estaban bien así. Le admiraba, le quería, precisamente por ser tan raro, pero jamás le haria daño y jamás le cambiarías su forma de vida no podría soportar destruir todo lo bueno que tenían. Venecia hubiera sido maravillosa con él , pero nunca hubiera vuelto a Venecia.

mafalda-boop dijo...

Espero que al señor avellaneda no le moleste mi brutal osadía,,, continuando con sus historias, su escritura, ,, pero me resultó divertido, no soy escritora, no lo seré nunca,,es evidente. No se moleste pero sé que lo leerá y solo eso me halaga.

Graciela L Arguello dijo...

salowstPero si no te quiso quien querías, ¿por qué te querría Venecia, o París, o lo que sea?

AVELLANEDA dijo...

Pues no lo sé, Graciela, seguramente eso es uno de los misterios del desamor. Soy muy ignorante, también en esto.
No me molesto, Mafalda. Al contrario, siempre es agradable saber que alguien se molesta en leer lo que escribes. Gracias,

Noemí Carro Sánchez dijo...

Vaya par de gilipollas, con todo el respeto del mundo.

AVELLANEDA dijo...

Así son los espejos, Noe

mafalda-boop dijo...

ja,jaaaaj NOE debes ser joven, con el tiempo se aprende que no siempre puedes hacer lo que deseas, que debes "poner en balanza" el daño que puedes hacer a otros,,,,por eso cuando somos adultos, mayores, responsables,, imaginamos historias de amor, "sólo imaginamos".

Noemí Carro Sánchez dijo...

Ah no, si yo no lo digo por eso. Lo digo porque basan su relación en una conversación fútil y deciden terminarla. En realidad si esa conversación no hubiera existido, claro que hubieran caído en la cuenta de que no se querían, o sí! Son gilipollas por darse cuenta de una manera tan tonta, y por convertir un "no ceder" en el eje de la conversación, por convertir un egoísmo tal en el motivo real de su ruptura. ¿Qué mas da ir o no a Venecia, para los dos? ¿Qué importaba a quien no quería ir ceder, y qué importaba a quien quería elegir un destino común? Cuando les preguntaran por qué terminó,¿qué dirían? ¿Que dejaron de estar juntos por no querer ir a Venecia? ¿Que dejaron de quererse entonces? Y por qué no en vez de dañar diciendo "ya no te quiero", te preguntas, ¿por qué ya no te quiero? Para mí el equilibrio es el ideal de relación. Y sí, quizá por ser un ideal, solo debamos soñarlas... pero yo prefiero buscar el ideal en la Tierra, no vaya a ser que Dios ande por ahí y todavía no le hayamos visto.

Azul dijo...

Muy mal debían estar para acabar rompiendo en una conversación, la relación seguro que ya colgaba de hilos, que ambos buscaban una mínima excusa (bueno, más que buscarla esperaban que ella les encontrase) por falta de valor. Y sí Noe, es una situación absurda, pero que se da mucho, y uno se siente rancio y que pierde el tiempo, y se pregunta qué coño está haciendo, pero a veces somos así de estúpidos y de cobardes, y lo peor es que muchas veces o no lo vemos venir o no queremos verlo venir (esta última sobre todo).