miércoles, 10 de marzo de 2010

CALLE DE LA DELICIA


Hoy es una calle teñida de viernes

y de sollozos perdidos

hasta el amanecer.

Fluye un resto de charco negro

en el cobalto parpadeante.

Es un viernes permanentemente

vacío, otro resto de arcadas,

es el final de la fiesta.

Hoy es otra vez aquella ciudad

que huye, entre alaridos, de su pesadilla

y es un compás perdido,

un taconeo profundo,

la afonía de un grito.

Amanece la pálida púrpura,

bruñida de edificios,

brama la calle con la misma

hediondez .

Hay pasos otra vez llevando,

trayendo, subiendo, bajando

despojos de viernes.

2 comentarios:

Noemí Carro Sánchez dijo...

Los viernes me hacen vomitar. Y no por el alcohol, que ya no tomo.

Azul dijo...

Lo difusas que pueden estar las cosas un viernes noche, todo lo emocionante que pueda ocurrir son lo más atractivo que tiene, pero cuando todo esto sale de la mente y se hace real, dejo de sentirme como el hierro hacia imán y esas ilusiones se invierten hacia la repulsión.
Por eso varias veces me lo paso mejor yendo al encuentro de esa noche que volviendo a casa tras terminar.