sábado, 23 de julio de 2011

Com si algú acaronès la porta.

En esa librería nunca hay libros en catalán, por ejemplo. Y yo no hablo catalán. Nada. Por eso es más inexplicable que en el merodeo de la librería, yo acabara precisamente ante un libro con título en catalán y me decidiera, precisamente, a abrirlo. Pero lo hice, y me engancharon esas palabras en apariencia inocuas:

La fressa va ser mínima. Com si algú acaronés la porta. Es va obrir silenciosamente i una mà enguantada va agafar el pom per dins perquè no fes soroll.

La verdad es que entendí poco, muy poco. O que supuse, más que entendí. Pero aquellas frases me resultaron familiares, antiguas y familiares. Como frases que hubieran dormido en un recoveco de la memoria, resignadas ya a no volver a significar nunca nada. Y despertaron. Despertaron para llevar a mi presencia una realidad que me pertenece, pero de la misma extraña manera que me pertenece el conocimiento atávico que me aportan en la piel o los ojos las herencias de tantos antepasados sin nombre ni historia.

Volví a cerrar el volumen y leí el título Les Veus del Pamano. Y entonces tuve claro que aquello no me sonaba de nada. Ni tampoco conocía a Jaume Cabré que sin duda había encontrado la hebra del hado adecuado que trae los libros indicados al sitio oportuno.

Ahora debo dejar de escribir. No me esperéis durante algún tiempo. Empiezo a leer:

La fressa va ser mínima. Com si algú acaronés…

2 comentarios:

Graciela L Arguello dijo...

No, no te permitiré ausentarte otra vez, estés leyendo lo que estés leyendo, ni aun cuando sea el libreto del destino....

AVELLANEDA dijo...

Es que, te diré, de algún modo muy extraño, al comienzo de este libro, en una lengua que desconozco, me encontré con mi padre. Pero no dejaré deescribir, aunque lo del libreto del destino....