Me perdieron sus ojos de lluvia
sin apenas conocerla.
Podría decir que fue una tarde gris,
una tarde de esas que maduran
en la rama más alta de la melancolía.
Y no fue así.
La conocí mientras repasaba,
adormilado,
las caras preocupadas observándome
a la luz cenicienta que se extinguía.
Sus ojos de lluvia me perdieron
y yo que la perdía
ando buscando su luz herida.
5 comentarios:
no sé cómo pretendes que yo escriba ante estos textos..
pues olvídate de ellos y escribe. Si te sirve, me gusta leerte y disfruto escuchándote. Espero cada texto, cada línea, y sigues sorprendiéndome.
No se te ocurra dejarlo.
Todo suena como cambiado de sitio, así patas arriba, cuando aparentemente no pasaba nada... Y supongo que poco importó el gris de la tarde, de ehcho, al final se convirtió en uno de los referentes para recordar aquella inundación.
Seguimos demasiado perdidos todos. Sigue con este magnífico blog.
Un abrazo,
Julio César Álvarez
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