Tras tanto y tanto buscar,
de una en otra presencia
cansado, perdido bajo la luz
melancólica de las farolas
que me sacaban de la ciudad
cada atardecer,
intuí tu nombre con sabor a hierba.
Y cuando al fin te encontré
y supe que me esperabas
y alcancé el dulzor de tus palabras
y tus ojos despiertos a deshora,
estabas en el otro extremo del mundo,
en la otra esfera del tiempo.
3 comentarios:
También a mí me pasa, Avellaneda, que el mejor de los ecos me llega tan distante, tan del otro lado de la vida...
Y en parte por eso gusta tanto, es una imagen esculpida exactamente como uno quiera
deladodeacá
al
ladodeallá
(como en rayuela)
un beso*
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