domingo, 23 de agosto de 2009

¡Y he comprado tantos libros!

Piensa la gente, mucha, que he comprado tantos libros porque mi pasión es leer. Los que más me conocen creen que, puesto que aprendí a silabear palabras concertadamente en un diario de letra menuda antes de los cinco años, compro libros para compensar todos aquellas faltas de lectura adecuadas de la media infancia. Mis próximos opinan que compro libros para devorarlos insaciablemente.
Y compro libros, sigo comprando libros, que me rodean y no leo; que ya nunca leeré. Compro libros que esperan inútilmente cerrados; que ignoro y me ignoran en profundidad; que sólo me miran de soslayo, como yo miro su lomo con descuido.
Yo sé que compró libros, compulsivamente, porque nunca los tuve (salvo aquel de Gauchos y Gauchitos, que perdió las letras de tanto repasarlo). Los compro para que me rocen y, si hay suerte, me doten de algo de sabiduría, porque desde que olvidé leer no he vuelto a aprender nada.
Los compro porque, a lo mejor, ellos me salvarán del alzheimer.

2 comentarios:

Graciela L Arguello dijo...

Cuando me toque el Alzheimer, puedo olvidarlo todo, que no sepa ya comer o que no sepa ya hablar, ¡¡¡¡pero leer!!!! Eso sería el infierno. Un beso Graciela

AVELLANEDA dijo...

pues ese es el infierno. Y yo lo he visto en un amigo que era un magnífico lector.
Un abrazo