Y ¡Cómo no! Graciela, con su rumor mineral que todo lo afianza, reescribe sinceramente unas líneas para llenarlas de la verdad sencilla que sólo destilan las palabras que vienen de lejos ¡tan cerca!
Te olvidé tantas veces, que ya casi no puedo recordar cuánto dolíó cada olvido.
Y es por eso que vuelvo una y otra vez a olvidarte.
Cada vez que me lastimas, te olvido.
Cada vez que me mientes, te olvido nuevamente.
Cada vez que te marchas, cada vez que me olvidas.
Y son tantas las veces, que ya no caben en mi memoria otros nuevos olvidos.
Y aquí estoy, olvidada, olvidando, y no obstante, cada vez que regresas se me olvida, que ya te había olvidado.
Un beso
Graciela
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