viernes, 30 de septiembre de 2011

PARA EL OFICIO DE VIVIDOR.

¡Qué don de la palabra ni qué...!
Lo único disponible en aquel momento debió de ser el don de la inoportunidad. Siempre fallé las preguntas de la vida cuando se me proponían y, por supuesto, tampoco acerté con sus respuestas.
Únicamente se me ocurrían cosas como ¿A quién se le pueden contar las cosas que nadie quiere oír? o ¿Quién escuchará las bobadas sin importancia del insignificante?
Tampoco tuve el don de los números, que es mucho más adecuado para vestir las mentiras que fabrican los silencios inútiles del fracaso inconfesable. Los números son muy útiles. Son melodía y color y líneas porcentuales y complicaciones de la sabiduría y dominan el mundo y muelen las piedras y doblegan las nubes y acallan los terremotos y aquietan el corazón y endulzan la muerte.
Sólo llegué a hacerme con un saldo de adjetivos que siempre uso a destiempo. Inútiles en el momento justo, poco propicios para el oficio de vividor.
¡Qué don de la palabra ni qué...!

6 comentarios:

Lucas Fulgi dijo...

Pero los números, y las palabras, también sirven para acercarse a algunas verdades. No a todas, pero sí a algunas.

Saludos

AVELLANEDA dijo...

Sabia apreciación, Lucas. Gracias por hacerla constar. El caso es que a mí tampoco se me concedió el don de los números e ignoro esas verdades que con ellos se alcanzan.
Saludos.

Jesús Trapote dijo...

La verdad, estas reflexiones me recuerdan mucho a ciertos seres llamado políticos, aunque en lo de los números quizás exista una diferencia que "ellos" sí saben contar muy bien, pero los votos

AVELLANEDA dijo...

Carísimo, Jesús del Arrabal, ese es el único barquinazo del que quise librar a mis líneas, y hete aquí que tú lo traes a colación. Podrías haberme hablado de esas pinturas que tanto te placen. Marinas las llaman.

Graciela L Arguello dijo...

Tenés suerte, Avellaneda , yo uso a destiempo los adjetivos, los sustantivos, los verbos, los adverbios. Ni siquiera tengo suerte para los silencios... Y así anda uno por la vida con tantos errores a cuestas...

AVELLANEDA dijo...

¿Qué dices, Maestra? Tú que casi me matas con un adjetivo recién olvidado. ¡Tú que calculas los vahídos del planeta! ¡Tú que enumeras los granos de erosiones inmemoriales! ¡Tú que delineas la ruina de cordilleras!
Tú andas sobre la tierra que te nombra maestra para cubrir los errores ajenos con la paciencia de las piedras.