martes, 6 de septiembre de 2011

18 minutos.

Ya no quiero despedirme más. Despedirse no tiene sentido si no vas a volver o si no te llevas algún recuerdo. Ahora sé que ya no voy a volver. No tengo de quién despedirme. Y serían pura mierda los dos o tres recuerdos que podría llevarme. Así que ya no voy a despedirme más.
Eso sí, a mi pesar me llevaré unos cuantos olores, y el zumbido de la pedrada aquella que me abolló el parietal derecho; el zumbido que no ha dejado de enloquecerme ni un segundo; el que algunas tardes se mezcla con el gusto herrumbroso de la sangre, que se pega al paladar.
Ya no quiero seguir demorando el momento. No quiero y eso es lo que más me cuesta. Llevo tres horas vestido y armado, he repetido cincuenta y dos veces las consignas y he comprobado de nuevo las conexiones. Saldré ahora mismo. Al mundo le quedan diecisiete minutos.

2 comentarios:

Graciela L Arguello dijo...

...Y usaré cada uno de esos minutos para nuestra despedida...

Azul dijo...

¿No sería mejor una despedida rápida que una agónica negación de ella de nada menos que 18 minutos?