¡Que por qué comencé a escribir! Si me lo hubieran preguntado hace veinte años, habría contestado “yo que sé.” Diez años atrás o adelante la respuesta andaría porque “era la razón de mi vida” o por “no podía eludir las palabras, decirlas es lo que debía”.
Pero me lo preguntas hoy, precisamente hoy. Hoy que he doblado definitivamente la esquina y ya no tengo valor para mentirme. Me lo preguntas hoy y debo decirte que comencé a escribir porque hablar no se me daba bien, porque nadie me escuchaba, porque ni yo mismo me oía, porque mi mundo era tan insignificante que no merecía la compasión de los recuerdos que se prolongan toda la vida.
Empecé a construir una infancia con los retazos de lo que no tenía y una adolescencia interesante que oscilaba como todas entre muchos fracasos y algún acierto, magnificado, pero corto de alegría. Mi juventud dos o tres éxitos que con el tiempo me creería, una juventud magníficamente sombría.
Después los años echaron a correr por delante de mí y ya no se me borró esta expresión de asombro, de ir a rebufo de la vida. Y tarde, siempre tarde. Llegando a cada parte justo cuando otro que me sustituía, acababa de vivirla. Y oía que hablaban de mí y yo estaba en otra parte, en otro asunto. Simplemente, no estaba mientras la vida sucedía. Y noche tras noche volvía a inventarla, a traducir a la lengua de todos las horas perdidas y los gestos y los besos inexistentes y las caricias omitidas.
¡Que por qué comencé a escribir! Para vivir y tener derecho a contármelo y creerlo al pie de la letra, así, bien ordenados los afectos, los amigos, las intimidades, los leves fracasos, los deseos…, los deseos inconfesables y los otros, los no confesados. Para contarme cada noche esa historia que me cerraba tranquilamente los párpados, para sustituir la primera hora de cada mañana con los efectos de un nuevo relato. Y he doblado la esquina ¡Y me he contado tántos!
Ahora lo cuento porque ya da igual, me he descubierto el truco. Este negocio ya está desmantelado.
9 comentarios:
¿EL truco de la vida? ¿De la escritura? ¡Qué suerte! O qué maldición. Yo aspiro a conocerla el instante antes de morir, ser una aprendiz hasta que mis huesos sean nudos y mi piel translúcida. Hoy me crucé con una octogenaria por la calle, y qué sonrisa más grande. Muy tapadita iba ella, con su hija sesentona, aparentando atender los marujeos de otras dos .. mujeres de edad. Y tenía una sonrisa serena, quizá hasta traviesa. Bueno, igual no la tenía, pero me la imaginé, y qué feliz saber que era la experiencia en un cuerpo casi marchito, y qué feliz saber que en sus ojos tenía más vitalidad de la que yo nunca tuve. En cinco segundos he descubierto que seguro que hoy ha merecido la pena vivirlo.
Aunque, me voy por las ramas. Llegar tarde a los sitios es solo una cuestión de perspectiva. No creo que hoy sea cierto, ¡yo también veo! Creo que hasta el momento del último aliento, la consideración de la vida puede cambiar. Y a mí me mueve la positiva, la grande y dorada. Y otra cosa también creo: no es justo que la grandeza de espíritu quede relegada a vivir detrás del ritmo. Tenemos la suerte y la capacidad de poder controlarlo, de poder elegir las normas dentro de un marco muy flexible muchas veces.
La grandeza de espíritu se traduce en grandes palabras. Y uno de los momentos más grandes, es el comienzo...
pd. El señor Pip me abandonó hoy en medio de una obcecación por la perfección estilística. Qué vergüenza siento, madre.
paso corriendo a decir presente porque estoy de viaje, cuando regrese a casa, me pongo al dìa con la lectura. Si paso hoy, es sòlo para decir que no olvido este rinconcito tan càlido besos graciela
Noe: esto lo hablaremos despacio.
Graciela: Se te echaba en falta. Abrazos
Tal vez ya no importe por qué comenzaste a escribir. Ahora importa, lo que has escrito y más aún lo que queda por escribir. Tal vez para intentar alcanzar la vida que tantas veces has imaginado, tal vez te espere ,,, a la vuelta de la esquina. Por ello, sigue viviéndola, sigue escribiendo..
Y tu que lo leas, Mafalda
He vuelto! Al menos como ente.
Y me alegro de tu regreso
Ahora sí he tenido tiempo para degustar tus posts, y me detengo en éste porque me parece que ha dado justo en el clavo. Escribir nos otorga otra vida, o mejor otras vidas, las de todos y cada uno de los personajes que damos a luz.
¿Será por eso que después de las primeras letras, ya no podemos parar?
Un beso Graciela
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Pero puntualizo, resulta mejor cuando se sabe que tienes alguien como tú, que lee y cuyo aliento de lectura notas justo al lado, ávido por leer más.
Un abrazo. Avellaneda
Publicar un comentario