martes, 11 de diciembre de 2007

DICKENS, SIEMPRE DICKENS



Llega la Navidad. Ya no hay ristras de deseo de Felices Pascuas. Ahora abunda ese tormento de mensajes envueltos en pitidos penitenciales, fruto de un concurso infinito y planetario para repetir la mayor estupidez elevada al menor índice de deseo sincero.

Pero llega la Pascua y retornan efímeramente mis 11 años aún no estrenados y aquel encuentro con Dickens. No Dickens de Cuento de Navidad, Dickens de David Copperfield. Además en la vieja editorial Ramón Sopena. Y yo estuve convencido durante varios años que había leído la novela completa y sólo había conocido la primera parte, pero me satisfizo tanto...

Cada Navidad desde entonces vuelvo a ese Dickens del pequeño David con el que yo solo compartía la niebla ambiental en la última luz de las vísperas de la Pascua.

Y este año, retornaré

1 comentario:

Graciela L Arguello dijo...

¡Sí, sí, sí! Yo también atesoro como una de la más bellas vacaciones de mi infancia a aquélla en la que descubrí a Dickens a través de ese preciso libro.
Fue cuando dejé de protestar ante la consigna de esperar a que "nos bajara la comida" para ir a jugar al sol, o meternos en el río. Ya no era la siesta una hora de tedio: era mi cita con David, y ¡cómo la disfrutaba!
Gracias por el recuerdo. Te estoy linkeando en mi blog, un abrazo. Graciela