Poema para leer en voz muy baja
.
Para Félix Fernández López
El desamparo era un mastín que ladraba
siempre a las tres de la tarde.
No sabía aún el viajero
de la tenacidad de ciertas ortigas
que pudren las manos después del amor.
Los faroles hablan de un tiempo
que ocurrió sin más intervalo,
de escobas ardiendo en Montecorral
como un suspiro en las piérgulas de antes.
Algo pasaría en ese paraje ignoto
que ahora se cumple.
Los afiladores traen la muerte
en sus coderas de badana, los niños
ni siquiera se asoman al sol de marzo.
El viajero eres tú
y la desolación escucha tus latidos.
No, no debes volver.
2 comentarios:
felicidades, Félix!
qué honor el tuyo!
abrazo*
Afortunado eres que aún te dedican poemas
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