Por el otro lado, la cuesta del Cimbre casi no se llama así y desciende en un zizagueo retozón hacia la promesa de trigales en sueño que acunan la entrada de Morales. El día se está enfriando en el color de las cinco de la tarde y ya no quedan ruidos que llamen a los pájaros o consuman a las ovejas en la loma. El galforro no ha salido hoy a volar.
Por si tú quieres. Te sugiero algo sobre un libro. Te sugiero que me sugieras otro. Te sugiero volvernos librescos, o simplemente leer. Te sugiero ignorar planes para leer. Te sugiero perdernos entre las páginas de ese mundo caduco y real que es distinto aunque lo caminemos juntos. Te sugi...
domingo, 27 de noviembre de 2011
El Cimbre
La cuesta del Cimbre se escurre mansa, silenciosa hasta los salgueros del río. A su derecha, siete fincas en barbecho; a su izquierda, restos de dos viñas que escardan un par de cuervos viudos, y ya cerca del río restos del castillo de la vieja noria. Enseguida el puente, y las paleras, y el cauce de piedras que está a punto de visitar el río.
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