domingo, 30 de octubre de 2011

¿Qué extraño hilo...?

¿Qué extraño hilo nos mueve la mano para retar al destino con pensamientos de imágenes pasadas que no debieron de ser verdad? Una y otra vez invoco a la memoria, y me devuelve palabras de aromas que voy barnizando en sepia para creérmelas. Y me las creo. Me las creo para intuir un mundo que fuera mejor en la perfecta ignorancia que lo envolvía. El mundo de las escasas lecturas que desconocían la palabra literatura, que era diáfano y posible. El mundo en que yo todavía no tenía adjetivos ni valoraciones ni porcentajes ni nada más allá que un presente simple, trazado con algunas palabras y acotado con la dulzura de gestos conocidos.
Cuando lo dejé atrás, estaba seguro de que permanecería ahí, sólido e inalterable hasta mi regreso. Que me esperaría para acogerme y devolverme el esplendor de la edad presuntuosa. No regresé, pero comencé a invocarlo con palabras sabias y elegantes que aparecían en libros notables. Y ya nunca lo encontré. Se perdió bajo el montón de sílabas y silabeos, tras las revueltas de mis miradas adultas. Aprendí tanto que ya no comprendí nada. Ahora ando retando al destino movido por un hilo del pasado que nunca volverá a ser verdad. Un hilo que también se romperá.

4 comentarios:

mjromero dijo...

1º aprender
2º olvidar lo aprendido
3º buscar el hilo u otro hilo y retomarlo o comenzarlo.
todo está ahí, dentro, raramente se pierde algo.
Un abrazo.

AVELLANEDA dijo...

Pues, no sé, maria jesús. Creo que yo si lo he perdido y ya solo me afano en inventarlo para ver si se parece. Gracias por tu sabia puntualización.

Graciela L Arguello dijo...

Cuando miro los hilos que quedan de mi pasado, invariablemente decido que el mejor tejido comenzará mañana... Un beso

Azul dijo...

Si te he entendido bien,Graciela, estoy de acuerdo contigo en que los hilos del futuro también se pueden modificar.
Yo últimamente también pienso que el rozar los del pasado tantas veces sin llegar a agarrarlos puede acabar desgastándolos, pero me estoy dando cuenta de que los que nos desgastamos y nos rompemos somos nosotros. Es cuestión de seguir buscando dentro que, como bien dices, MªJesús, no hay razón para que hayan desaparecido.