lunes, 28 de diciembre de 2009

MARIPOSA DE PIEL



El pasado 17 de diciembre, Lucía Santamaría Nájara presentó su segunda novela MARIPOSA DE PIEL, de la cual no desvelaré nada o casi, sólo diré que va de sectas. Y es que esta mujer que en la anterior nos sorprendió con asesinatos en LA JUSTICIA DE CAMBISES, tiene lo suyo, como ella misma dice. No diré nada porque espero que pronto pueda presentar en León esta novela, y la otra, para que los lectores puedan disfrutar de ella. De momento aquí va la portada cartel deel citado libro.

jueves, 24 de diciembre de 2009

FELICITACIÓN DE AVELLANEDA


Por si acaso mis palabras no os molestan, aquí os dejo algunas en préstamo para que os sintáis felicitados (además de muy queridos)

Amigos, curiosos y lectores

de uno u otro continente,

trabajadores y funcionarios,

geólogos, poetas, pintores,

sabios, músicos y demás gente,

libres, liberados y libertarios,

co pausa o de repente,

amigos generosos y buenos,

permitid que en mi vanidad,

para no desmerecer, repetidamente,

sabiendo que me echáis de menos,

os diga: ¡Feliz Navidad. Feliz Navidad!

domingo, 13 de diciembre de 2009

MÁS CONFESIONES

Admirado Arsenio, guía y amigo:

Seré muy directo en esta carta, porque últimamente no he entendido ninguna de las explicaciones que me has dado para llevar a cabo esas lecturas tan peculiares que de bien poco me han servido. Aparte de no haber entendido nada de ese libro de Antígona de Sófocles, no entiendo esta última sugerencia de leer comienzos de libros. De Antígona, me quedo con Ismene que es razonable y buena ciudadana, cosa que antes como ahora no sirve de nada, porque su rey, sus dioses, su hermana y su pueblo la despreciaban por ser respetuosa con las leyes y acatarlas y por pensar de modo prudente. Pero ya ves, Arsenio, en aquel mundo como en éste, al final se admira al que se salta a la torera todo, o sea, que sólo se educa a la gente para el fracaso. Siempre pensé que eso de Un hombre un voto era una declaración descarada de la soberbia del poder, que no nos podían estar diciendo tan abiertamente que sólo somos un voto y que nuestra importancia y nuestro interés son reducidos, muy reducidos y muy ocasionales. Respecto a lo de la lectura de las primeras líneas o páginas me dices que es esencial que el inicio de un libro me atrape, que en un inicio está la constancia de la calidad del libro, que un buen principio es el libro en sí y el resto sólo circunstancias. O sea que los libros son como nosotros, únicamente interesan al principio. Sabes que seguiré tus indicaciones pero cada vez me conviene más que me las expliques mejor, y que yo las pueda entender.

De momento te diré que he reunido los siguientes comienzos:

“Un huracán era una bandada de pájaros muy alta en la noche; una bandada blanca que se acercaba ruidosamente y de improviso era sólo la cresta de una inmensa ola que se abalanzaba sobre el barco.” Es del Último mundo de Ch. Ransmayr.

“El mar, bruñido, parecía ayer un espejo; hoy sigue mostrando la superficie tersa del cristal.” Este es de la Trilogía del vagabundo de K. Hamsun.

Te iré escribiendo más aquí, pero debo decirte que de momento me parece qie el primero trata de un barco que navega por océanos árticos y naufraga y el segundo va de una aventura marina allá por las islas del Pacífico sur. Voy a comprobarlo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Que esta es mala tierra

El empeño del poeta de Adolfo A. Barthe

Te he dicho mil veces que ésta es mala tierra, bien lo sabes; y que yo resisitía inútilmente, absurdamente entre esta miseria de nieblas, entre estas friuras; pero hoy me ha llegado el aviso, vencimiento de fatiga. Se acabó. Yo también me marcharé como las ortigas del verano pasado. La luz de la bombilla ya se ha ido y el interruptor campanea ignorante de sí mismo. Fumaré un último cigarro aquí, en la puerta. El último, de hecho. Ya sé que dejé de fumar, no me lo recuerdes más; sin embargo, guardé aquel último cigarro para cuando me venciera el cáncer, y me venció esta tierra. No, nunca fue mía. Fue tierra sobre mí, congelada y seca. Tampoco voy a cerrar la puerta ¿Para qué? si no pienso regresar. Arrancaré la enredadera al atardecer y la tiraré en el rincón con los restos secos de mi alma y de mi pasado en el pajar caído. Hace tiempo que ya no hay nadie aquí, nadie, ya te lo he dicho. Últimamente hasta las noches llegaban desde más lejos. Llegaban desganadas y podridas, sin rumores, sin sobresaltos, sin luceros, sin ruidos de esos que hace al moverse el universo. Noches espesas, como aquellas con las que nos amenazaban los misioneros, la noche de todos los tiempos ¿Recuerdas que nos gustaba repetirlo porque nos daba mucho gusto y mucho miedo? ¿Recuerdas que eufóricos de vértigo lo escribimos en las portilladas caídas de los huertos? Y mira, hace tiempo que no sé de ti. Eso es, hoy hace exactamente ese tiempo y dos meses, más o menos; de hecho, porque casi me acuerdo, te escribo sin saber si tú estás en aquel punto del atlas viejo adonde te enviaba, cada semana una vez, la yema de mi dedo ¿de cuál va a ser? Te certifico esta carta, sin saber si has recibido alguna anterior; sin saber si vives siquiera. No obstante, no te preocupes demasiado, te escribo sin líneas, sin palabras, sin letras ni acentos ni tono ni intención ni nada. Te escribo vacíamente mientras se agrandan los silencios donde ladraban todos los perros, donde gañían todos los perros, donde aullaban todos los perros. Te escribo esta carta postrera a la que tampoco contestarás. Sí, por eso y porque no debes contestar. No, ni hablar, tu recuerdo no es cosa tuya. Es sólo cosa de los demás, monopolio mío porque ya soy solo. Ni eso, ando con el pie en el estribo ¡Claro que es un hablar! Y a la vez es lo definitivo. Esta es mala tierra ¡Claro que te lo había dicho! Pero tú no sabes nada, hay que concluir con silencios de blanca y puntillo y puntilla y mucho, mucho dramatismo. Y cuando yo me haya ido, todo esto que jamás fue tuyo ni mío se diluirá en los mapas, del asiento catastral número tresmililegibleveinticincobarraseiscuatroseis, será por los jamás de los jamases Ninguna Parte. Y así quiero que conste.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Más sobre el Elogio del poeta Luis Miguel Rabanal III

¡Qué jodido Luis Miguel! Pues al final no va y saca en su blog lo que garrapateé aquí. Yo se lo agradezco pero él, amigo y todo como es, está ido, gibrelo perdido. Hombre, que lo mío es un experimento de los de ir de la puerta al descansillo y lo suyo, de él, un invento internauta como dios manda. Y me lo ha sacado así, tan pancho. Él sabrá, él sabrá. A mí esto me pasa por meterme en zapatos tan grandes. Ya sé que pidió permiso y todo, y que yo encantado ¡A ver si no! ¡Que encantado de codearme con él! porque me deja y lo aplaude ¡Qué jodido Luis Miguel! No se conforma con escribir bien, es un paisano de los que se visten por los pies y que todos los días se empeña en regalarme su amistad. Mira que si la merezco.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Ahí te quedas

Llegó por la derecha como una ráfaga ciega. Era plena noche, la una o la una y media, no más. El cruce estaba en plena oscuridad, ni un foco parpadeante a esas hora. Y solitario. Por eso la ráfaga sin luces pareció más ciega. La ráfaga llegó exactamente cuando yo estaba a punto de librarme, y al llegar era ya un viento poderoso. Y el viento sopló en mi reojo y me volví veloz, girando, girando, girando en un laberinto de neones mortecinos. El mundo se paró de golpe y sólo se oía aquella canción sonando en la radio como una burla al desastre, como para impedir que la tragedia se materializase. La apagué y el silencio zumbó espeso.

No sé cómo llegó ella hasta allí. Fue la primera. Lo miraba todo con parsimonia “Sal” me dijo y mi brazo izquierdo empezó a buscar el cinturón. Pero aquel no era mi brazo, sino otro muy distinto ajeno y torpe que vacilaba en la búsqueda del botón. Ella se reía suavemente, “Sal ahora” mirándome desde el salpicadero. Y salí. Salí al tiempo tibio y aturdido de esa primavera reciente. Había llegado gente. No hacían nada, no decían nada, sólo miraban compasivos esperando que ella rematase la faena, pero no lo hizo, salió, me devolvió las gafas y la voz. “Cinco. Ahí te quedas. Llegan los inútiles con sus bonitos uniformes, sus luces destellantes y sus leyes y sus ciencias incapaces. No pasa nada. No te preocupes, a los otros tampoco les ha pasado nada. Este es otro regalo. Cinco. Ahí te quedas.”.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Más no te diga

Hoy, a estas horas, he decidido,

disculpa si otra vez voy directo,

que renuncio a tu olvido,

para mí ya estás muerto.

Se acabó ir día tras día

sujeta a tus cadenas,

se acabó descontar mis alegrías

de tu hipoteca de penas.

Tanto tiempo gasté, tanto,

que no hallo plazas ni bullicio,

donde las risas, sólo llanto,

por mis sendas, tu precipicio.

Por eso, ¡Silencio! Más no te diga.

Te regalo, en cambio, este gesto.

Ya soy en un fui tu última amiga.

Y tú ni serás mi recuerdo molesto.

martes, 1 de diciembre de 2009

Elogio del poeta II. Para Luis Miguel Rabanal



Querido Luis Miguel
Sé que ya has visto las fotos y lo que quiera que sirviera para reportear ¿se dice así? la ocasión. Uno que, pese a lo que digan quienes esperan más de mí que yo mismo, procede del más lejano extrarradio de la escritura, se hartó de admirar el viernes ese el pulso que puede suscitar el recuerdo de unas palabras sabiamente aposentadas en un papel. Algunas de esas palabras son restos de los acechos literarios de la juventud y el tabaco, otras son glorias impresas y cerradas en libros que se abren de tarde en tarde. Yo las viví y las disfruté en público por prescripción de mi amigo. Y ya estoy esperando el siguiente tratamiento.
Por cierto, la foto también me la envió el bueno de Alberto R. Torices y entre ese público estaba yo.