Puede que sí. Puede que yo sea un
ignorante. Puede que yo ignore casi todo sobre la matemática musical y técnica,
sí. Y sobre las ciencias naturales, incluidas las biológicas y los ensayos elementales
de laboratorio. Puede que yo no sepa casi nada de ortografía y poco, bueno
nada, de prosodia. Puede que no tenga experiencia de casi nada, que se deba
contar. Puede que sí, que solo sea modelo en ignorancia. Puede. Pero sé que el
tarot es mentira. Todo, mentira. Todo. Que las tiradas, las manos, los cortes,
las…, las…, como se digan, son mentira. Todo, mentira. Y un engaño. Los arcanos
mayores y menores y todo eso. Es mentira porque me gané así la vida un verano,
suplantando a mi vecina Ruskaya, la echadora, cuando tuvo que irse a cuidar a
su hermana enferma. Sólo es cuestión de labia. De labia y de mentir con las
mentiras más grandes y de la forma más increíble. De decir a la gente lo que
quiere oír. Veo en estas dos cartas una desgracia terrible e inminente, porque
así es como gustan las desgracias. O te acecha un destino fatal, que siempre sonaba muy bien y
encandilaba a las mujeres de cuarenta a cuarenta y tres y a los hombres de
diecinueve a veinte. Vaya camelo eso del tarot. Camelo el tarot francés, el
tarot amalfitano, el tarot de Corcubión, el tarot flamenco y hasta el tarot
turco. Camelo puro. Bueno, una cosa es
cierta, en el tarot Trementino hay un arcano que es completamente
cierto. El arcano veintiuno, el que corresponde a los enamoramientos
prematuros, es completamente cierto. Ese es completamente cierto porque además son
amores sin beneficio. Y lo sé porque cada vez que me salía esa carta, que tenía
forma de flecha gris abatida sobre un tobillo, me invadía un amor inútil por la
primera mujer que pasaba. Era el amor prematuro. No dolía ni alegraba,
únicamente dejaba un sabor de no saber qué, imposible de quitar con besos ni
caricias. Era una mierda de amor, claro; pero en él sí que andaba el destino. A
ver si no cómo era que aparecía en aquella carta, la única verdaderamente
cierta ¿A ver?
3 comentarios:
Pero, Avellaneda, , ¿cómo no iba a acertar esa carta, si todos los amores son siempre prematuros?
Un beso
tú también lo crees, Maestra? entonces es que es verdad y estoy perdido. Yo tenía un para de esperanzas prestadas por la biología, pero ya...
Qué bueno. Gracias a ti acabo de darme cuenta de que los amores también pueden resultar terribles (en cuestión de poderosos) e inminentes. ¡Igualito que las desgracias!
Tienes razón. Estamos todos perdidos.
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